«Una pelea de Boxeo»

Se hace de noche en Gotham y un nuevo espectáculo comienza. Los flases, los focos, la música y el disfraz. Todo está a punto. Dos cañones de luz iluminan el cielo avisando a los ciudadanos de que es la hora de ir al estadio, es la hora de la lucha.

El clima que se vive en Gotham es increíble, todo el mundo está ansioso por asistir a esa noche tan especial, los combatientes son excepcionales: con los calzones verdes está Kyo un gran luchardor que tras años sin pelear debido a una grave lesión ha retomado el boxeo, con los calzones morados está el imponente Pegaso que ha aparecido con máscara y que debe estar esperando a que alguien le venza para quitársela.

Hoy Kyo ha dado unas declaraciones interesantes, ha aclarado que tiene ganas de entrar en acción de nuevo apesar de tener miedo de volver a caer con su antigua lesión. No obstante ha decidido dar una oportunidad a este deporte de titanes. Por otro lado Pegaso se muestra bastante misterioso y apenas ha dicho nada, poco se conoce de este luchador aunque todos saben que ha peleado y ha vencido en múltiples ocasiones. Sus técnicas, como su rostro, están ocultas.

Sus batas ya han caído, suena la campana. Intercambio de golpes, fintas y sudor. El de calzones verdes no deja de atacar y lanzar sus puños, unas veces con fuerza y otras no tanto, tratando de derribar al contrario y hacerse con el combate; pero el luchador morado no para de esquivar sus golpes que no hacen efecto en él y apenas sí ataca. Kyo por cada puñetazo que le da pierde un trozo de fuerzas y poco a poco va desfalleciendo. Mentalmente no puede mantener ese ritmo demasiado tiempo, su físico no da para un combate así y más después de tanto tiempo sin luchar. El espacio que cede poco a poco no lo recupera Pegaso sino que él se dedica a mantener la distancia mirando impasible como su contrario se cansa y pierde sus fuerzas, este combate es como si fuera sólo del de verde. Cada vez que Kyo pierde sus fuerzas recuerda sus ansias de volver al boxeo y se recupera, sin embargo vuelve a perderlas rápidamente y cada vez más y más rápido. Kyo no estaba dolorido, siquiera un poco, pues Pegaso aún no había atacado, ni para bien ni para mal. Al pobre boxeador le envuelve el desanimo…

Ding ding! (suena la campana) Una toalla cae al suelo. El combate ha terminado.

El entrenador cubre con delicadeza la cabeza de Kyo y con cariño le dice: «Siento haber terminado el combate, pero esta vez aunque no pudieras perder tampoco podías ganar. Esta lucha solo iba a conseguir que renovaras tu vieja herida». Con el rostro lleno de sudor Kyo le responde: «No ha sido ‘esta vez’, así es el boxeo. Nunca debí volver,. Al menos no ha luchado sucio, he perdido yo solo»

Un saludo para todos y gracias por firmar 🙂

Prats

~ por zarkaslog en 15 noviembre, 2007.